viernes, 30 de marzo de 2012

swing

Hoy es uno de esos viernes al mediodía en que por momentos diríase que el mundo estuviera bien hecho. Un viernes que más parece un jueves de Corpus Christi a la hora del ángelus, donde una luz bendecida cae sobre las plantas, los libros, la mesa, la taza de café. Visto así, me entran ganas de sentirme monje -un fray Luis cualquiera- en algún cuadro de Zurbarán. La santidad es muy tentadora, ay de mí. Por eso mismo, y para rebajar el exceso de ascética, he puesto un disco profano y más pegado a las cosas amables de este mundo: Swing in the films of Woody Allen. Y para empezar está sonando un tema de lo más luminoso y evocador de un París en primavera y unos ojos inmensos y unos andares cadenciosos, musicales, eurítmicos... Por si alguien lo dudaba -cosa improbable-, me estoy refiriendo a los ojos y los andares de Marion Cotillard en Midnigth in Paris. A continuación vienen otros veinte temas de películas -Hanna y sus hermanas, Radio Days, Stardust, September, Celebrity, etc- que parecen pensados para hacer la vida más grata, el mediodía más luminoso, el viernes 30 más asequible a un poco de felicidad. Sin alardes, por supuesto, no vaya a parecer que hemos perdido la cabeza, que estamos tontos de remate, locos de atar, alborotados por un amor primaveral que nos lleva quién sabe dónde. A mí el swing, este swing de clarinetes y ganas de vivir (y de contar lo bello que es vivir, aunque tan breve), me lleva a servirme una copa de vino y pensar (o permitir que el pensamiento discurra sin obstáculos) cosas tales como que hasta no hace mucho yo aspiraba a gustar más; pero ha pasado el tiempo, y ahora, ya mediados los cincuenta, las cosas han cambiado sutilmente: ahora 'sólo' aspiro a que me quieran más. Y a veces tengo la ensoñación de estar a punto de conseguirlo. Vamos, que no todo está perdido ni todo es necesariamente cochambroso. De acuerdo que hay cosas (muchas; no hay más que echar un vistazo) de las que mejor ni hablar; pero también hay mañanas como esta, amigas que le escriben a uno, músicas como la que ahora mismo está sonando (Lester Young & Oscar Peterson), obras de arte como el gol del otro día de Benzema. En fin, que hay momentos en que ser medianamente felices parece una provocación, un cierto escándalo. Pero, bueno, ya puestos..., escandalicemos, y saquemos la lengua a los que siempre están dispuestos a escandalizarse. Dejémoslo ahí. Entre luces y músicas, me he distraído y se me ha hecho tarde.

jueves, 29 de marzo de 2012

¿vas a hacer huelga?

"¿Vas a hacer hoy huelga de blog?", me preguntó mi mujer esta mañana, mirándome a través del espejo, mientras se pintaba los labios y yo me cepillaba los dientes. "No", le respondí, "el blog no es trabajo: es placer." Me faltó añadir: "si al menos fuese un placer remunerado..., me lo pensaría." Pero no es el caso. Este es un placer puro, sin contaminaciones económicas, a mi pesar. Y eso me lleva a preguntarme: ¿qué recomienda la ortodoxia del compromiso en este caso, disfrutar escribiendo o privarse uno de darse el gusto? No lo sé. Quizá esto, planteado así, sea una aporía, un problema sin solución racional. Pero aprovecho el espacio abierto por la duda y la huelga para saludar a los nuevos huéspedes que se han inscrito como seguidores de este blog: Alberto, Rubén, CDA, Diana, Crishi20. Bienvenidos. También un saludo para los muchos visitantes que se han aficionado últimamente a pasar por aquí en silencio, sin dejar comentario. La colonia alemana ha irrumpido de un modo muy notorio; la rusa ya viene haciéndolo con regularidad desde tiempo atrás; la norteamericana se mantiene fiel y es todo un clásico que nunca falla. A menudo me pregunto -sobre todo cuando veo las estadísticas de blogspot, al final del día- quiénes y cómo serán cada uno de esos anónimos viajeros que hacen una paradita en este pequeño hotel o club de puertas abiertas día y noche. Ellos entran en silencio y me miran. Supongo que también me enjuician. Quiero creer que son bondadosos conmigo, comprensivos, pacientes, casi diría que misericordiosos. Dice mi madre que "hay gente buena en el mundo." Pero también es cierto que me gustaría saber algo de ellos, en justa correspondencia. Entiendo que haya quien entre en este blog como quien lo hace en un local poco recomendable: de incógnito, cuando nadie lo ve. Supongo que yo en su lugar tampoco lo haría público los domingos, en la hípica, a la hora del martini. Y no es que me fuesen a expulsar por ello del club, no es eso, pero... ¿qué necesidad hay de incomodar a nadie o de crear un ambiente... no sé, inapropiado? Es como las perversiones: quien más, quien menos, todos tenemos alguna, pero no vamos por ahí proclamándolas; sería de mal estilo. Entiendo pues que con este blog (como con algunas páginas de internet) pase otro tanto: se entra discretamente, se ve, se lee y se cierra. Y aquí paz y después huelga.  

miércoles, 28 de marzo de 2012

los libros me tienen rodeado

Los libros me tienen rodeado. A simple vista, veintimuchos volúmenes, o más, algunos delgaditos y otros no tanto. Son libros de poesía de todas las edades que tengo aquí delante, a mano, sobre la mesa, con la disculpa de elegir "entre las voces, una." El sábado próximo estoy invitado a participar en una fiesta de la poesía que organizan desde hace varios años, con la llegada de la primavera, unos amigos en Valladolid. Se trata de elegir cada uno un poema y leerlo ante los asistentes. La fórmula funciona: es de lo más variada y a menudo sorprendente. Después, a la salida, muchos prolongamos la fiesta en algún restaurante cercano. Pero, claro, la fiesta empieza varios días antes: cuando uno tiene que elegir el poema que habrá de leer. Es una decisión alevosa y arbitraria al mismo tiempo. Confieso que al recibir la invitación de Esperanza Ortega ya intuí casi al instante el poema que iba a leer esta vez, si nada lo impedía o remediaba. Aun así, he mantenido las formas y, junto al favorito, he abierto el concurso a las agencias más acreditadas, que permanecen casi suplicantes a mi alrededor. Por una vez soy el señor de mi señorío, el presidente del jurado con voto de calidad, el príncipe austrohúngaro que, en plena belle époque, concede títulos y celebra las arias más sublimes en la Ópera de Budapest. Y entre las óperas que me rodean están la gran Lírica de una Atlántida, de Juan Ramón, lo mejor de lo mejor: desde los Romances de Coral Gables hasta Una colina meridiana, Animal de fondo, Espacio, De ríos que se van... y cito de memoria; o sea, cito mal, cito en desorden. Ese volumen es la Biblia. Pero también tengo a mi alcance las más bellas y narcóticas flores del mal; Sonetos de Garcilaso, Quevedo, Lope, Francisco de la Torre, Luis de Góngora, Villamediana; los Cuatro cuartetos y La tierra baldía de T.S.Eliot; los poetas americanos de La escuela de Wallace Stevens, seleccionada y prologada por Harold Bloom; libros de los años 60 y 70: Así se fundó Carnaby Street, Maniluvios; Arde el mar; Dibujo de la muerte; Preludios a una noche total... Junto a ellos hay otros muchos: Prosemas o menos y otros títulos de Ángel González ("para que yo me llame Ángel González..."); un poco más a mi izquierda están Paul Valery, Rubén Darío, Luis Cernuda, Auden, Pavese, Mallarmé, José Asunción Silva, Pessoa, Borges, Francisco Pino, Claudio Rodríguez... El más apartado no es un poemario, es un librito en prosa deslumbrante que tengo a medio leer, regalo de un amigo muy amigo: dos pequeñas obras geniales tituladas Mitologías de invierno y El emperador de Occidente; su autor (vergüenza me da admitirlo), un desconocido por mí hasta hace unas semanas: Pierre Michon. Dice éste: "¿Qué es lo que hace que la literatura se reanude sin fin? ¿Qué es lo que impulsa a los hombres a escribir?" Y se responde: "¿Los demás hombres, sus madres, las estrellas, o las antiguas cosas inmensas, Dios, la lengua? Las potestades lo saben. Las potestades del aire son ese sutil viento entre las hojas."

martes, 27 de marzo de 2012

optimismo melancólico

El post perdido ayer tenía como punto de partida el titular de un artículo -“Contenedores sin contenido”- sobre instalaciones vacías o infrautilizadas, lo cual ya forma parte de los signos de nuestro tiempo: estaciones sin pasajeros, gradas sin público, edificios desocupados, aeropuertos ‘peatonales’, museos sin nada dentro, autovías que no conducen a ninguna parte, ciudades fantasma sin ciudadanos...Ya sé que, dicho así, no resulta de lo más estimulante para inaugurar un lunes, pero todo eso me parecía ayer que podría tener o aparentar al menos un punto de supuesta modernidad: el nombre que nada nombra, la fachada sin edificio, la pura apariencia, el decorado puro, el ángulo muerto, el objeto sin función, la función sin objeto, la respuesta sin pregunta, el signo carente de significado, el cuadro negro, el libro blanco en blanco... Todo eso y más estaba allí, aquí, antes de perderse o desdibujarse en el paisaje blanco de la pantalla. Veinte líneas en blanco son una inmensidad deshabitada. Espacio vacío de ángeles. Nada sin nadie en ninguna parte. Pero, dado mi optimismo incurable, siempre he sentido una atracción cinematográfica hacia los templos abandonados por los fieles y los dioses, esas ruinas de las que se fueron apoderando las lluvias y la selva, las raíces oscuras, los frutos descompuestos, las serpientes, la dulce podredumbre. Crece la hierba entre las tumbas. Las flores brotan sobre los dioses caídos y los pedestales derribados. De ahí a la poesía no hay más que un paso: resuenan en la noche (ayer sí resonaron a esta misma hora) truenos y flautas en un templo allí donde “el otoño sube muy lento por las rocas, por las enredaderas, por las raíces dulces, por el espino rojo de este lugar secreto” en el que “cuando llega la noche sostiene los racimos de las constelaciones, es columna del mundo, dintel lleno de flautas, hondo pozo de estrellas” que ayer brillaron para mí unos instantes... poco antes de apagarse. Hoy, con más voluntad que acierto, puedo evocarlo, aunque no reproducirlo. Parece que las musas, cuando le premian a uno con media mañana luminosa, a la vez le castigan con unos segundos de ruina y desorden. Pero, como puede verse, la voluntad es tozuda y orgullosa, aunque torpe; por contra, la gracia, la inspiración -esa cosa inexplicable-, es arbitraria, inmerecida, fugaz, probablemente injusta... Todo eso es cierto, sí, pero cuando se va nos deja una melancolía irreparable.

lunes, 26 de marzo de 2012

fiasco

No es la primera vez que me pasa, pero sí la que más me ha dolido: he perdido enteramente el post de hoy; llevaba por título "una divagación". Escribirlo me había llevado más tiempo que de costumbre y el resultado me pareció mejor que casi todos los posts publicados hasta hoy. Algo muy tonto he debido hacer para que lo escrito se haya desvanecido sin remedio. No creo que intente reescribir lo perdido. No quiero hablar de ello.

viernes, 23 de marzo de 2012

noticia

Ayer oí en la radio una de esas noticias que los periodistas suelen calificar de sorprendentes. Al parecer, la policía ha detenido en Madrid a un individuo acusado de robar 3.000 carros de supermercado. No hay error en los dígitos: tres mil. Pero ahí no acaba la cosa. El detenido alegó habérselos encontrado en la calle. La pregunta resulta inevitable: ¿pero los 3.000 carros juntos o... de uno en uno? En cualquier caso, y se mire como se mire, eso tiene mala pinta. Para complicar más las cosas, el acusado es de profesión chatarrero. Ya la palabra en sí misma tiene unas connotaciones muy poco favorecedoras, sin por ello prejuzgar, claro está, la presunción de inocencia del detenido. El oficio de chatarrero -con todos los respetos para ese gremio, tan digno como cualquier otro- parece que implica tener una personalidad huraña y apartadiza, ser un tipo desconfiado y de pocas palabras que mira de través y no tiene muchas ganas de colaborar con los detectives o con un simple curioso entrometido y preguntón. "Yo no sé nada de ese asunto y no quiero líos con la policía", responderá él a la pregunta de "pero usted borra sin problema los números de bastidor de ciertos autos, ¿no es así?" Y zanjará la cuestión, visiblemente incómodo y algo nervioso, con un: "Oiga, amigo, estoy ocupado, y ya le he dicho que yo de eso..." "Pero las pistas de esas armas robadas se dirigen hacia aquí, ¿me entiende?" "Mire, no sé de qué me está hablando, y si no le importa... Tengo mucho que hacer." Un perro lobo, atado con una cadena al parachoques de un un viejo Pontiac Sedán del 58 a medio desguazar, muestra al visitante un colmillo nada amistoso. Y así estaban los cosas en mi mente cinematográfica tras oír la noticia del chatarrero y los 3.000 carros aparecidos. Dada mi inclinación a las marcas y mis hábitos de conductor por los lineales, yo quisiera saber cuántos de esos carros son de Continente y cuántos de Carrefour, de Marcadona, de El Corte Inglés, de Eroski, de Lidl, de Caprabo, de AhorraMás, de Dia... Y no es por un mero morbo de viejo publicitario (en el sector está mal visto decir 'publicista') sino porque aquí podría aplicarse el 'dime qué carros de supermercado robas o te encuentras en la calle y te diré quién eres'. De todos modos, no hagamos leña ni fundamos los hierros del chatarrero caído en desgracia. ¿Quién no ha sentido alguna vez la tentación de llevarse un carro a casa? Y además, cada vez los hacen más ligeros, manejables, ergonómicos..., más tentadores. Pongámonos en situación: en la alta madrugada, regresas caminando despacio a casa tras largas horas de timba o puticlub, y de pronto te encuentras con un aparcamiento de carros sin vigilante. ¿Qué hacer? ¿Dejarlos ahí para que los oxide la lluvia? Lo normal es ver el modo de llevárselos uno a la chatarrería, y mañana Dios dirá. Y quien dice mañana dice el lunes 26. Está claro, ¿no? Pues eso.

jueves, 22 de marzo de 2012

sweet caroline

Qué buen rollo me da siempre escuchar a Neil Diamond cantando Sweet Caroline. Todo el mundo recuerda que a Woody Allen le entraban unas ganas locas de invadir Polonia cada vez que escuchaba a Wagner; a mí Neil Diamond -I Am, I Said; September Morn; Holly Holy, etc- me incita a subirme a un coche, poner las manos en el volante de cuero, elevar el volumen de la música y pisar el acelerador una tarde de verano por una carretera sin apenas tráfico ni nubes oscuras en el horizonte. Como ocurre con algunas canciones de Abba, con ciertas maravillas optimistas de Cole Porter, con la Romería de Yerma en versión Enrique Morente, con Sabor de barrio, de Gato Pérez, con la contagiosa Proud Mary de aquellos Credence Clearwater Revival, con algunas de Police (imprescindible, claro, el Do Do Do Do De Da Da Da), con la Defensa de la alegría (Benedetti) que defendió Serrat "como un estandarte", con la genial de por vida Suspicious Minds de Elvis Presley, con el eterno e irrenunciable Volare (voooolare, oh, oh, / caaaantare, oh, oh, oh, oh /, nel blu dipinto di blu, / felice di stare lassù), en fin, la lista sería interminable -y aquí todo el mundo tendría el derecho y casi el deber de incorporar sus aportaciones personales-, pero yo siempre incluiría este Sweet Caroline que ahora está volviendo a sonar para mí, a la misma hora en que alguien, en algún lugar del mundo, estará escribiendo una canción llena de buen rollo y ganas de vivir. Como diría aquél, allá en La Habana: "compañeros de música, tomando en cuenta esas politonales y audaces canciones..." no dejéis de escribir letras y melodías que nos lleven lejos de la penita pena y nos acerquen al paraíso durante tres, cuatro minutos de gloria, de pasarlo en grande con la dulce Caroline, o con Roxanne, o con Lucía, o bailando con Lola, o esperando a Penélepe, o con Angie (Rolling Stones), con Julia (palabras para, de J.A. Goytisolo + Paco Ibáñez), con Maggie May (Rod Stewart), con Gloria (Umberto Tozzi), con Yolanda (Milanés), con Thelma y Louise (en algún bar gamberro de carretera al final de la escapada). Pero, después de todo, cómo no volver a casa, aunque sea tarde. Nos esperan melodías tan hermosas, canciones de amor tan para siempre... como la fuente de agua fresca que mana y corre en la noche serena de los cármenes de Granada.

miércoles, 21 de marzo de 2012

poesía

Hoy, 21 de marzo, ha sido declarado Día Mundial de la Poesía. Yo no sé quién decide estas cosas pero tampoco me importa demasiado: cualquier disculpa es buena para celebrar poesía, para leer, escribir, hablar de poesía. Pero no un día al año: todos los días, a ser posible. "Amor y poesía cada día" era el lema de Juan Ramón, quizá el poeta más grande, más alto, en lengua española de los últimos..., no sé, tres siglos. Para mí la poesía es inseparable de la luz, del vuelo, del cántico. 'Luz' porque la poesía ilumina (desde dentro) las cosas que toca; 'vuelo' porque nos levanta y nos lleva en volandas a no sabemos dónde; 'cántico' porque lo es y porque lo dijo el gran Jorge Guillén, y además lo confirmó -una mañana ya lejana, a primeros de los 80, en la facultad de Filología de la Complutense- Claudio Rodríguez: "¡miserable el momento si no es canto!" La poesía -tal como yo la veo- a veces adelgaza en extremo y sube y sube como un proyectil en busca de los astros, más allá del rayo; otras se queda aquí abajo, a ras de tierra, al borde de la copa de vino, para echar una mano y darnos a entender lo inexplicable de las cosas de este mundo. De modo que simplifico hasta el extremo de ver la poesía en dos direcciones: vertical y horizontal. Así pues habría poetas verticales y poetas horizontales; luego estarían los que siguen una línea... diagonal: o sea, ni de la poesía pura e incontaminada ni de la mera experiencia sin apenas poesía. Yo, como tiendo en general a una cierta promiscuidad, no diré que me dé igual blanco que tinto, pero sí que gusto y disfruto de unos y de otros. No faltará quien me acuse de ser veleta, ligero de cascos, acomodaticio. Lo doy por hecho y por bueno. También se dice que todo poeta tiene o debería tener su propia poética. Aunque me esté mal decirlo, queridos míos, yo soy poeta (menor, sí, muy menor, pero poeta), y tengo una idea propia acerca de la función que, en mi caso, tiene la poesía: salvar cosas del fuego. Salvarlas en la medida de lo posible de los efectos indeseados del paso del tiempo, de la incuria, del abandono, del olvido. Ya sabemos que a la postre todo quedará "en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada", pero, entretanto -entre tanto-, todos los poetas, y en especial los menores y muy menores, hacemos lo imposible para que la poesía ilumine cada día, y para que cada noche salvemos algo del fuego que abrasa los astros: recuerdos, labios, veranos, juventud, expectativas, sueños, trigos dorados, noches venideras, caricias, lumbres, conjeturas, miradas aún no sucedidas, botellas de vino de viñedos que aún no se han plantado.Y todo eso no es más que una millonésima parte de la poesía venidera. Sólo se me ocurre pedir a los dioses (o a quien sea) que hagan lo posible para que los poetas del futuro puedan escribir casi todo lo que aún no está escrito. Miércoles 21. Llueve.

martes, 20 de marzo de 2012

cuando nadie nos oye

Tranquilos: no voy a dedicar este post a comentar el famoso vídeo de Loewe, una especie de Amo a Laura con bolsos de lujo; bastante comentado está ya en las redes sociales, internet, televisión, etc. Además, no soy target de Loewe, no lo he sido nunca, y, por el camino que voy, me temo que no llegaré a serlo. De todos modos, lo mejor y más creativo de esa campaña está en algunas de las muchas parodias a que ha dado lugar. Y a otra cosa: hay veces que hablar solo es para evitar un minuto de silencio. Creo que somos muchos los que hablamos solos en la intimidad (sin que necesariamente tengamos que estar como cabras). Ahora también Javier Cercas ha confesado al fin ser uno de los nuestros. La vieja coartada de que hablar solo es 'pensar en voz alta' no deja de ser un recurso para hacernos perdonar una supuesta chifladura cuando nos pillan in fraganti hablando para nadie. No. Es mucho más que pensar en voz alta: es proclamar una verdad que no podemos guardarnos por más tiempo; es un quitarnos la mordaza y gritar nuestra rebeldía frente a la omertá siciliana, la ley del silencio; es un acto de fe en la palabra pronunciada a conciencia; también es un gesto de delicadeza para no ofender a nadie; es un ejercicio de autoafirmación oral, de dejar las cosas claras y poner a cada uno en su sitio; es, en fin, la consecuencia de una lección antigua en la que nos reafirmamos una y otra vez: que nadie nos escucha como nosotros mismos. Hace tiempo escribí aquí un post titulado cuando nadie nos ve, como la canción. La ausencia de testigos da mucha tranquilidad y hace que afloren cosas que de otro modo permanecerían condenadas al ostracismo. Cuando nadie nos oye somos libres para decir de viva voz barbaridades tan atroces que (mejor no cito ejemplos) nos llevarían al banquillo de los acusados; o cursilerías de tal calibre que nos condenarían a escuchar día y noche De niña a mujer, ¿Y cómo es él?, Un beso y una flor, casi todo Laura Pausini, alguna cursilada enorme de Michael Bolton, el piano en almíbar de Richard Clayderman, la inefable Te voy a escribir la canción más bonita del mundo, a cargo de La Oreja de... no hace falta decir quién. Por suerte o por desgracia, todo eso queda registrado en los archivos del aire. La pregunta surge inevitable: ¿la ausencia de testigos nos hace más libres... o sólo más impunes? ¿Y si ambas cosas fuesen lo mismo? No lo sé. Creo que debería volver a ver el vídeo de Loewe y reflexionar un rato sobre ellos. Y sobre ellas. Aunque hace décadas que nos dejaron claro en el colegio, y luego en la facultad, que las palabras tienen 'género', y la personas, por suerte, tenemos 'sexo', si bien a veces sea un sexo raro, epiceno, anfibológico.



viernes, 16 de marzo de 2012

de tres en tres

Con lo bien que funciona el número 3 en todos los órdenes de nuestra cultura, qué raro es que los humanos no terminemos de incorporar los tríos a nuestra vida amorosa o, si se quiere, meramente sexual. Algo tan nuestro como el pódium es cosa de tres (1-2-3); las delanteras de leyenda las nombramos de tres en tres: Pelé,Tostao y Rivelino, por ejemplo; Di Stefano, Puskas y Gento, por antonomasia; Xavi, Iniesta y Messi, porque hay que quitarse el sombrero; pero también cultivamos las tríadas de adjetivos: aquel Madrid de Valle Inclán "absurdo, brillante y hambriento", y aceptamos como algo propio y natural Las tres gracias, la genial Uno, dos, tres, de Billy Wilder, los Tres tristes tigres; asimismo, el tríptico como formato artístico; los tres movimientos de los conciertos barrocos, allegro, adagio, allegro; la estructura clásica de la novela: planteamiento, nudo y desenlace; la definición que de ella dio Delibes: "un hombre, una pasión, un paisaje". Y así podríamos seguir indefinidamente. Pues bien, lo que funciona por tierra, mar y aire resulta que nos está vedado. Pero, vamos a ver, ¿quién, cuándo y por qué lo prohibió? Y ojo, no estoy diciendo que el trío haya de ser necesariamente la salvación de la pareja; no, no lo creo, al menos no por ahora. Lo que intuyo es que, al igual que muy de cuando en cuando nos permitimos un exceso y nos vamos a cenar por todo lo alto, o nos hacemos un viaje de los que no se olvidan, pues de igual modo podríamos darnos el gusto una vez al año o dos (aniversario de boda, solsticio de verano, final de la cuaresma) para montarnos toda la noche un trío del copón de la baraja. Y aquí paz y después gloria. Estoy convencido de que, tras la experiencia, nos querríamos más. Igual que cuando regresamos de un paseo por Londres; o de una visita demorada a la Galería Pitti, en Florencia; o de un estreno (viernes, noche) de Woody Allen. Y en esos casos nos queremos más porque tomamos (más) conciencia de que la vida es breve y los placeres efímeros. Conclusión: incluso los más audaces o modernos o atrevidos son (somos, si se me admite en algún apartado) muy muy muy pudorosos, tímidos, inseguros. ¡Con lo bien que podríamos pasarlo cuatro o cinco veces al año (vale, dejémoslo en tres) sin hacer mal a nadie ni poner en peligro la zona euro ni la cultura de Occidente! No. No es fácil entender hoy estas limitaciones numéricas. Lo normal sería que nueve de cada diez fuésemos miembros de la orden trinitaria. Pero todo llegará, como llega el alba tras una larga noche de insomnio y de horas muertas. Aunque eso -ya lo sé- no lo verán estos ojos míos. Lástima. Hoy se estrena una película de Martínez Lázaro sobre el tema: La montaña rusa. Miedo me da.

jueves, 15 de marzo de 2012

sol

Pues a mí me parece bien personalizar la estación de metro de Sol. Mientras no cree confusión en los viajeros, ni tenga algún tipo de efecto negativo que lo desaconseje, no veo razón para no utilizar sus espacios con publicidad (la empresa lo viene haciendo normalmente) o dotarle a su nombre de 'apellidos' comerciales que paguen bien por ello. Por supuesto que con unas normas claras que habrán de respetarse en cualquier caso. Los equipos españoles de baloncesto han pasado a denominarse Barcelona Regal, Banca Cívica, Unicaja Málaga, Pamesa Valencia, Blancos de Rueda Valladolid... y todos ellos juegan la Liga Endesa. A su vez, nuestros equipos de fútbol compiten en la Liga BBVA. El teatro Calderón de Madrid hace años que es el Haagen Dazs Teatro. En Gran Vía 55 está el flamante 40 Café (de 40 Principales); y muy cerca, la Sala Heineken. La lista sería interminable. Entiendo que haya gente a la que todo esto le desagrade, incluso no faltará quien se sienta escandalizado, o casi. Vale, de acuerdo. Lo puedo entender, pero -sin afán de equiparar, ojo- también hay quien se escandaliza y monta en cólera porque se vea una teta en televisión o un artista famoso y rico (gracias a su su trabajo) se declare de izquierdas. Bien, esto es así, y es lo que hay. Ya lo dijo Rafael 'El Gayo' cuando Bergamín le presentó a "don José Ortega y Gasset, filósofo." Cuentan que El Gayo, al oír la palabra 'filósofo', le tendió la mano al maestro -desmayada, con soberanía, como un príncipe de una antigua raza-, y respondió lacónico: "Bueno..., tié q'haber gente pa' tó." Y volviendo a la cuestión, tendrá que haber marcas y estaciones de metro, plazas, avenidas, restaurantes, editoriales, edificios singulares... que se pongan de acuerdo para lucir y pagar un nombre con el que a todos les vaya bien. Así, por ejemplo, la A-6 (Madrid- A Coruña) podría pasar a ser de viernes a domingo Vía Zara. La calle de Serrano sería por un tiempo Loewe Street; Fuencarral, durante una semana pasaría a llamarse directamente ARCO, o Liberty Seguros; la estación de metro de Barajas asumiría sin ningún esfuerzo Airbus; la Plaza de Oriente sería ahora Sony Square o Shiseido Space. Nokia, Ikea, Starbuchs, Microsoft, Armani, Google, Camper, L'Oreal, The New York Times, Pfizer, Mercadona... prestarían su nombre por un tiempo a estaciones como Atocha, Argüelles, Bernabeu, Plaza de Castilla, Intercambiador de Moncloa... La estación de metro de Tribunal pasaría a llamarse, si todo va bien, Human Rigts Watch Spain. Pero todo empezó en Sol. Como el 15 M. Como aquellas madrugadas de los años 80 en que volvíamos despacio a casa, ya de día, a la salida del Sol de Jardines, oliéndonos las manos.


miércoles, 14 de marzo de 2012

cóctel

O 'cocktail', según los gustos. En io, la agencia de marketing y publicidad en la que he trabajado durante los últimos ocho años, teníamos una sección virtual y un espacio real que denominábamos 'coctelerío': un elegante combinado de ocio y creatividad. Sin duda fue el territorio en el que me sentí más a gusto. En él ejercía yo de barman, viniera o no a cuento: servirle a cada uno la copa a su medida, y darle a cada cual la mejor conversación, aquella que el transeúnte no espera, mira tú por dónde. Soy pues casi un experto en cócteles de palabras e interludios (o tierra de nadie entre ocio y negocio). Por eso me animo ahora a ponerme detrás de la barra y agitar la coctelera con las lecturas más recientes. Citaba ayer Vila-Matas (en conversación con Marcos Ordóñez) una frase brillante de Julie Bennett: "la gran fuerza de Dylan ha sido no estar nunca donde se le esperaba." Por cierto, ¿Julie Bennett la actriz, la guionista, quién? Con esa base en la copa, puede añadirse al combinado un chispazo seco y duro de Norman Mailer: "El estilo -afirma- es el conjunto de decisiones sobre qué palabra es valiosa y cual no en cada frase que escribes." Es como para grabarlo en el frontispicio del Capitolio. Pero el buen barman tiene la intuición de los grados y las dosis, de los licores fuertes y los sabores dulces, de los golpes fríos, de las gotas de angostura. Por eso viene ahora a cuento una frase muy de pub inglés de Manchester o Liverpool que firma John Carlin: "El fútbol es alegría y consuelo. Alegría para todos y consuelo para los jodidos de la tierra." Pero es verdad que hay jugadas de principio a fin, canciones de amor, escenas de películas, capítulos enteros que nos hacen dudar entre la realidad y la ficción, entre lo que es y lo que debería ser... al menos por un rato, por todo cuanto cabe entre dos parpadeos. Entretanto me da tiempo a pensar en Louis Vuitton, en Prada, en Gucci, en Nike, en Apple, en Nespresso. Y también en las perfectas copias de estos. He leído en Millás: "Nada resiste la comparación con el original, ni siquiera nuestra vida verdadera, que es la versión fallida de la imaginada." La pregunta surge sin remedio: ¿en qué momento abandonamos las obligaciones del original y aceptamos ser (o pasar por) nuestra copia menos necia, menos fea o torpe o a destiempo?

martes, 13 de marzo de 2012

13 y martes

Como hay gente para todo, hoy habrá personas que no salgan de casa, no vaya a ser que suceda algo raro, y con ello queden confirmados los temores más supersticiosos. Se cuentan casos tan aleccionadores en ese sentido que... buena gana de andar por ahí provocando al infortunio. O eso dirán algunos.Y es muy probable que hoy se produzca un apreciable descenso de bodas civiles. Después de todo, no cuesta nada retrasarlo un día o adelantarlo dos. Por si acaso. Me consta que hay personas que tal día como hoy, martes, 13, no se suben a un avión ni hartas de whisky. Es algo atávico, irracional, en lo que casi nadie cree, pero teme, aunque sea poco. Yo, que ya tengo bastante desgracia con ser un descreído irremediable, no he logrado nunca mantener viva ni siquiera una mínima superstición con la que poder coquetear en días como este. Algunos le dan la vuelta al argumento (mejor dicho, al sinsentido) y aseguran que ser supersticioso trae mala suerte. Ni siquiera en eso creo. Sin embargo, no todo está perdido para unas posibles creencias esotéricas de cara al futuro: últimamente me he sorprendido a mí mismo leyendo el horóscopo (soy Virgo, nacido el 14 de septiembre) de Susan Miller, "la astróloga norteamericana más respetada y seguida del mundo" cuyas predicciones son "las más solicitadas en Hollywood." Confieso que sólo leo mi signo, pero compruebo que ella tiene verdadera debilidad por nosotros, los virgo. Semana tras semana, me atribuye tales posibilidades de éxito, de negocios probables (incluso en el extranjero), de encuentros un jueves o un viernes por la tarde con personas que pueden aportar tanto a mi porvenir... Y eso no depende de mi voluntad o acierto sino de la casa en que entre Mercurio o de su confluencia con Júpiter. Así pues, nuestro destino sigue estando en el azar, en el humor de los dioses, o, peor aún, en el designio inescrutable que late en las vísceras de un pájaro... de mal agüero. Pasado mañana, jueves, sera día 15: los idus de marzo. Shakespeare debería advertirle más vivamente a Julio César que se cuide de los idus de marzo. Pero si nadie pone remedio a ello, dos mil y pico años después nacerá en Hispania un poeta llamado Gonzalo Escarpa que habrá de escribir: "Al César lo que es del César: veintitrés puñaladas."

lunes, 12 de marzo de 2012

epicuro

Las tardes de domingo -además de envejecer para el resto de la semana y escuchar el Carrusel Deportivo mientras planchas una pila de camisas, camisetas, pantalones, sudaderas, equipaciones deportivas...- están para leer en periódicos y suplementos cosas como que nuestra vida actual sería radicalmente distinta si Atenas hubiese ganado frente a Esparta las guerra del Peloponeso. Leo: "¿Qué hubiera pasado si el optimismo ateniense se hubiese mantenido durante mucho más tiempo? Es posible soñar que el progreso se hubiese adelantado varios siglos, que ya seríamos inmortales y que habríamos visitado las estrellas", escribe César Molinas (matemático, economista, consultor...) a partir de un idea del físico de la Universidad de Oxford, David Deutsch. No se me había ocurrido,  pero coincide de pleno con una idea poética que me acompaña desde hace años: qué hermoso hubiera sido aquello que nunca sucedió. Y lo más triste es que no sucedió por muy poco. Por mala suerte. O por la deslealtad del ateniense Alcibíades, un genio militar, dicen, pero un chaquetero infame que nos ha traído estos lodos. En fin, hay que combatir el desánimo que nos deja en el alma la traición de Alcibíades y las pérdidas sobrevenidas tras la derrota de Siracusa. Pero, ¿cómo sobreponernos? Quizá volviendo a donde empezó todo, recuperando el espíritu de Epicuro y el placer de los pequeños deleites: que la luz del mediodía bañe la estancia como una bendición de los dioses más claros; que la mesa de trabajo permanezca despejada, sin obstáculos, apenas una taza blanca de te verde, una libreta con anotaciones, un lápiz... poco más; no es imprescindible, pero conviene tener a la vista  un ramo de mimosas en el búcaro, y también algún objeto, cuadro, lámpara, recuerdo que nos haga sentir más a gusto que a disgusto con el que somos, fuimos, probablemente seremos. A ser posible, es muy recomendable también que los ojos puedan miran sin esfuerzo alguna de las fotos más queridas de la mujer amada. Todo eso ayuda a sobrellevar la pesada carga de un lunes de cuaresma lastrado por 2400 años, tras una derrota irreparable  para la razón y el progreso. De acuerdo, todo está en orden; nada estorba. ¿Falta algo? Es posible. Quizá un poco de música... y algo más. Por ejemplo, una canción de REM (todos regresamos allí donde pertenecemos) con una deliciosa actuación sin palabras de Kirsten Dunst (Melancolía, María Antonieta...) en un clip de Jessica Yatrofsky. Pudiera ser.
REM - Todos Go Back To Where We Belong (Kirsten Version) - YouTube

domingo, 11 de marzo de 2012

rectificación

El pasado 24 de febrero publiqué aquí un post -sonata de invierno- en el que cometí el error de  hablar con ligereza de alguien recién fallecido de quien lo desconocía todo: don Juan Francisco de Asís Martín de Aguilera y Arenales. Bromeé frívolamente con su nombre y títulos, poniéndolo en relación con un entorno que no se corresponde en absoluto con su personalidad, y menos aún con su trayectoria política y profesional. Gracias al oportuno comentario publicado junto a dicho post por una lectora -sin duda una persona cercana al fallecido-, pude hacer lo que no hice en su momento: informarme acerca de quién fue el señor Martín de Aguilera; muy sucintamente: un ilustre abogado de origen vallisoletano que, desde la corriente crítica del carlismo, militó en el antifranquismo, luchó por la democracia y amó apasionadamente la vida y la libertad. Todo mi respeto. Y mis disculpas.

viernes, 9 de marzo de 2012

louis vuitton express

Qué lujo y cuánto glamour en el desfile de Louis Vuitton en París. En síntesis: una carpa en el patio del Louvre reproduce una estación de ferrocarril a principios del siglo XX. A las 10 de la mañana -hora prevista para el desfile- una locomotora y un vagón hacen su entrada en la estación. Del tren empiezan a descender las elegantes viajeras / modelos, al estilo Orient Express años 20. Junto a ellas -todas esbeltas y arrogantes, misteriosas-, los mozos de estación se ocupan de llevar los bolsos de viaje de la firma. Viendo las fotos del reportaje, intuyo que en cada una de esas bellas mujeres hay un relato no escrito. Un secreto. Una pasión. Una huida de algo o una búsqueda de alguien... que debería estar a esa hora en la estación, pero que quizá se haya equivocado (aunque por poco) de tren, de hora, de día, de mujer, de bolso (el bolso sería la contraseña acordada). Son las 10.14 h. y todas las posibles historias de esas mujeres están aún abiertas: sus destinos van a cumplirse (o no) en cuestión de minutos, de páginas, de azares, de cosas que van a ocurrir... o que pueden hacerlo. En algún caso, la felicidad dependerá de que unos papeles o visados estén o no en regla. Dos andenes más allá y tres capítulos más adelante sabremos si una de las viajeras llegará a encontrarse con su hijito secreto en una granja de Alsacia o... acabará cayendo en el opio, la absenta y la prostitución. Pero también está quien, mientras avanza con andares elásticos y decididos, puede perderlo todo a una carta, a un número de la ruleta, al final del relato y del viaje a Biarritz. Otras tendrán más suerte. Estoy viendo a una en las fotos que lo reúne todo para acabar siendo duquesa consorte, con primaveras en Como y veraneos en Deauville. Alguna, con buen corazón y mala cabeza, está a pocas páginas de enloquecer por un mozo de estación napolitano, tan bien dotado como simpático, mujeriego y vividor. La que aparece de espaldas en la foto, está claro que es o va a ser muy pronto agente doble. Y que va a llevar doble vida. De las restantes, una de ellas  va a conocer a Scott Fitzgeralg y a Zelda, y juntos van a beber, fumar, reír..., y al amanecer -en alguna página en blanco entre dos capítulos de Suave es la noche- acabarán formando un trío de muchos placeres. También hay una viajera que podría tener un papelito en la próxima temporada de Downton Abbey. Por último, he reconocido en el andén a la joven que, casualmente, paseando sin rumbo por la ciudad, va a coincidir con el protagonista de Midnight in Paris. Y es que, como es sabido, todo es posible en Louis Vuitton. El expreso Louis Vuitton | Fotogalería | Cultura | EL PAÍS

jueves, 8 de marzo de 2012

para no dormir

Llevo varios días despertándome a las cuatro de la madrugada. Me ocurre a menudo: me desvelo y ya no consigo dormirme hasta poco antes de que suene el despertador. En esas tres o cuatro horas da tiempo para casi todo: levantarse a beber agua, escuchar los sonidos nocturnos de la casa, cambiar de postura en la cama cada dos minutos, mirar la hora una y otra vez, repasar de memoria las cosas pendientes (bancos, médicos, papeles, citas), fantasear un poco, imaginar alguna historia que parezca un sueño... Es larga la madrugada. A falta de casi una hora para que dé comienzo en la radio el informativo de las 6.00, me levanto otra vez, pero ahora para encender el ordenador y echar un vistazo a los periódicos. De paso, miro las estadísticas de este blog y compruebo que a  eso de las 3.00 se han producido 12 visitas, 12 páginas vistas. Me pregunto quién o quiénes andarán por ahí a esas horas, y cómo habrán llegado, casualmente o no, a este diario de un insomne. Qué conversaciones en voz baja podríamos tener, en plan criaturas de la noche, ángeles deslumbrados por alguna estrella errante que cruza la madrugada... Algo así, poético y disparatado. Tras enterarme de cómo va a ir el mundo este jueves, 8 de marzo -un saludo, chicas-, me vuelvo a la cama para seguir informándome (ahora a través de la radio), no sin antes confirmar que todo está en orden, que mis hijos duermen profunda y apaciblemente, y mi mujer, más profunda y más apaciblemente aún. El mundo está mal repartido: unos tanto, y otros... Pero no todo es malo en la oscuridad a las 6.45 h. Gracias a ese exceso de información, descubro que nuestra marca de referencia, Mercadona, ha obtenido en el último ejercicio unos resultados de explotación fabulosos. Antes y después de impuestos. Y ya conté aquí hace tiempo que en mi familia somos de Mercadona y del Real Madrid. Pues bien, los resultados a la vista están: el Madrid, arrasando en la Liga, con 10 puntos sobre el Barça y una media de 3'6 goles por partido. Bestial. Somos claros favoritos para ganar la Champions. En cuanto a Mercadona, números cantan: en plena crisis, nuestros beneficios se han disparado hasta alcanzar nada menos que un 19%, y mientras otros despiden y despiden, nosotros hemos creado 6.500 nuevos puestos de trabajo. ¿El secreto? Hay varios, pero uno de ellos sería este: 'horarios Open Cor, precios Mercadona'. Hasta mañana.

miércoles, 7 de marzo de 2012

eufemismos

Ayer leí en el periódico un reportaje sobre el uso y abuso de los eufemismos en tiempos de crisis. Estamos tan familiarizados con ellos, están tan presentes a nuestro alrededor, que a veces resulta difícil recordar cómo se decían las cosas por su nombre, antes de que el eufemismo las maquillara, las disfrazara, las hiciese pasar por otras. Los políticos, los profesionales de la economía y de las finanzas, entre otros, han desarrollado una capacidad eufemística asombrosa. Porque hace falta valor para decir sin parpadear que en 2012 España iba a entrar en "una tasa de crecimiento negativa" y que eso iba a "determinar el perfil en que nos adentramos", el cual resultará "relativamente desacelerado." Hay verdaderas perlas. Algunas de un refinamiento altamente poético, como la de Spanair, que, para decir que no tenía un duro ni encontraba quién se lo prestase, anunció que dejaba de operar "por falta de visibilidad financiera." La periodista que lo recoge y firma el reportaje, Amanda Mars, no dice de quién es el copyright, la propiedad intelectual de esta joya, pero eso sólo se le puede ocurrir a un poeta luminoso o a un creativo especializado en ingeniería lingüística. Es tan..., no sé, tan inefable, que incluso mejora aquello del "aterrizaje suave de los precios", en alusión al pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Pero en el fondo no deberíamos quejarnos de ello. La vaselina es un lubricante muy conveniente para suavizar asperezas y evitar situaciones que pudieran ser dolorosas o traumáticas. Pues bien, el eufemismo es vaselina. Y ante la crudeza de algunas realidades, el cuerpo social necesita vaselina por un tubo. De lo contrario, serían demasiadas las cosas que podrían herir nuestra sensibilidad. Claro que luego llega El Roto con su viñeta, y con cuatro palabras y unos pocos trazos en negro disuelve como un ácido todos los eufemismos del día anterior. Lo que hace El Roto con la realidad impostada es algo semejante a la última escena de Las amistades peligrosas, cuando vemos a la Marquesa de Merteuil (Glenn Close) desmaquillándose ante el espejo, quitándose con un algodón toda aquella máscara blanca que le ocultaba el rostro. Pero a veces la realidad es tan cruda que no sabe uno bien cómo afrontarla: ¿con vaselina... o a palo seco? De todos modos, no es obligatorio ser un héroe. Y además, yo siempre he entendído bien aquello tan famoso que le dice Sterling Hayden, medio borracho, a Joan Crawford en Johnny Guitar: "Miénteme; dime que me quieres."

martes, 6 de marzo de 2012

lo demás no importa

La oigo todas las mañanas y a pesar de lo vieja que es no puedo evitar una sonrisa; me sigue haciendo gracia. Es una cuña de radio que a primera vista parece de una compañía de seguros: un coche golpea ruidosamente a otro en plena calle. El conductor del vehículo golpeado se lo toma con buen humor y trata de tranquilizar a la conductora que le ha embestido: "No pasa nada", viene a decir él. Y ella: "¡Pero si te lo he destrozado!", responde, horrorizada ante el estropicio. Pero él es un hombre feliz (ahora veremos por qué) y, muy ufano, dice eso de: "¡Se puede arreglar!" A continuación entra una voz institucional que aclara las cosas: "Si tu vida sexual funciona, lo demás no importa". Y nos enteramos de que la disfunción eréctil o la eyaculación precoz "se puede arreglar." Y en Boston Medical Group llevan años arreglándolo. Así las cosas, BMG tiene para mí un algo como de taller de reparación: mecánica, chapa y pintura. O sea, cuando ya le has dado la vuelta no sé las veces al cuentakilómetros de tu motor; cuando le has sometido a demasiadas pruebas de esfuerzo y tensión; cuando, además, le has racaneado lubricante (con lo importante que es el lubricante) durante viajes y viajes; cuando, para colmo, el tuyo es un modelo años 50 que ya empieza a cotizarse en todos los catálogos vintage... Porque ésa es otra: dadas las circunstancias y el exceso de kilometraje, la mecánica interna de tu máquina es un prodigio de la ingeniería: estamos hablando de un Chevrolet del 55 en La Habana, sin repuestos, con más pasado que futuro, sí, pero con un glamour de Riviera y Coral Gables que brilla con luz propia, como las bicicletas cromadas de tus veraneos adolescentes. La memoria es el refugio de la libertad. BMG son las siglas a las que uno debe acudir ante las primeras muestras de alarma de la biomecánica. Porque es verdad que todo se puede arreglar... si tu vida sexual funciona. Y para ello es conveniente pasar la revisión una vez al año, no dejar que se oxiden los cilindros, llevar una alimentación equilibrada, fantasear con éxito, comprobar las emisiones de CO2. De todos modos, si cualquier día de estos una mujer atractiva, o un hombre animoso, te dice que no todo está perdido, que se puede arreglar... piensa que la vida puede ser bella, y que la disfunción eréctil no es más que una melancolía del pasado que se corrige en apenas 30 minutos, tras medio vaso de agua y una pastillita azul. Bueno, eso dicen. No lo sé. A lo mejor, en lugar de 30 minutos son 90. Y tres vasos de agua. Después de todo, ¿qué más da? Lo que cuenta es la alegría que produce; lo demás no importa.

lunes, 5 de marzo de 2012

agua

Como procedo de una familia de agricultores, y además de secano, mi relación con el agua es distinta a la de la mayoría. Si llueve, mi percepción no tiene nada que ver con la de un taxista, por ejemplo. Yo he crecido viendo mirar al cielo con gesto preocupado o interrogativo. Y eso marca. Y por eso, ver llover mansamente una tarde de octubre o una mañana de abril es, para mí, una de las cosas más hermosas que pueda haber en este mundo. Punto y seguido. Ayer hubo en Madrid una votación vecinal para pedir que el Canal de Isabel II siga siendo enteramente púbico. Había colas para votar. Tanto en el Barrio de la Concepción como en Princesa, a la puerta de El Corte Inglés; o en Chamberí, a la salida de misa. Yo lo vi. Había gente de todas las edades y de todos los colores. El Canal de Isabel II es una empresa pública muy madrileña que, además de un agua excelente, da 100 millones de euros de beneficios anuales. Ideologías aparte, ¿por qué convertir lo que es de todos en un negocio sólo para unos pocos? Pero esto no es más que una pequeña pieza dentro de un gran puzzle: el desprecio a 'lo público'. Observo con asombro que hay personas, grupos, segmentos sociales minoritarios pero influyentes, a los que parece molestar (y mucho) todo aquello que sea público: la sanidad pública, la enseñanza pública, la empresa pública, la televisión pública, los parques públicos, los polideportivos públicos... quizá también (tiempo al tiempo) la vía pública. ¿Cómo es posible? ¿Qué le ha pasado a esa gente para llegar a detestar de tal modo todo cuanto es público y reparte bienestar y calidad de vida entre los ciudadanos? Metro de Madrid, Parque de El Retiro, EMT, Museo del Prado, Gran Vía, Canal de Isabel II... Oyendo a algunos al respecto, diríase que es una cuestión más psiquiátrica que ideológica. En mi modesta opinión, defender los espacios y servicios públicos no es (no debería ser, al menos) motivo de controversia entre izquierdas o derechas, entre conservadores o progresistas, sino tan sólo una cuestión de convivencia, de progreso, de espacio compartido, de res pública. ¿Pero es que hay que volver a explicar lo que significó en su día la polis griega, la gobernanza de Atenas en tiempos de Pericles, el Derecho Romano (Corpus Iuris Civilis)? ¿Hay que volver a explicarlo? ¡No acabaremos nunca! Y menos con esta jodida sequía que nos está contaminando el aire de Madrid y... no sé cuántas cosas más. ¡Que llueva, por Dios, que llueva! 

viernes, 2 de marzo de 2012

felicidad

En tiempos de recortes y tijeretazos, ¿cómo no desafiar a los hechos recreando la abundancia? Frente a la extremada delgadez de las figuras de Giacometti, hoy tiendo más hacia los bodegones repletos de flores y caza y racimos ubérrimos desbordando los límites del frutero. Me fascina, cómo no, la delgada línea andrógina de las hermanas Hepburn (Audrey & Catherine) pero hoy, viernes, estoy más proclive a las ondulaciones de Ava Gardner que a las estrecheces que marcan los ascetas de la moda y de la economía. La verticalidad está muy bien (¡soy de Tierra de Campos!) pero un poco de exuberancia en estos días de cuaresma sería favorable para el alma, creo yo, dada la pertinaz sequía. Ya veis, hoy estoy 'filosófico' y pienso en mi vida. Pero no en términos ontológicos o metafísicos sino contantes y sonantes: cuantitativos. Así, por ejemplo, me pregunto por el número de lechazos ('corderos', fuera de Valladolid) que me habré comido en toda mi vida. Muchos; un respetable rebaño. Más excesos. Si me pusieran a la vista una tras otra todas las copas que he bebido, sería como esos interminables circuitos de scalextric construidos con fichas de dominó. Si pienso en los kilómetros que he hecho al volante de los distintos coches habidos en mi vida desde los 18 años, me salen no sé cuántas vueltas al mundo, ni cuántas semanas enteras sin parar de conducir día y noche, cuántos camiones cisterna de gasolina o gasoil, cuántos libros que podría haber leído durante las horas de atascos y retenciones. Pero también pienso no en el número de besos sino en cada uno de los que he dado en esos coches, ya fuese sonando la música o abordo del silencio, en la oscuridad. Imposible calcular cuántas canciones, cuántos discos habrán sonado mientras yo conducía. Siempre quiero creer que estoy en el descanso, en el intermedio, y que me falta aún por disputar y disfrutar toda la segunda parte, los 45 minutos o años (más el descuento) en los que a buen seguro han de llegar los mejores kilómetros, paisajes, canciones de amor, viñedos al atardecer, moteles de carretera... En fin, que la escasez y la abundancia también son, o pueden ser, estados de ánimo. Tengo a punto de play un viejo disco en la línea de salida: Lucio Dalla. "Si todas las estrellas del mundo en este momento quedaran sin luz..." Es una canción que habla de la felicidad -Felicità- y que yo he escuchado mil veces, muchas de ellas conduciendo. A veces solo; otras no.

jueves, 1 de marzo de 2012

palabras perdidas

Anoche, tras el triplete o hat trick de Soldado frente a Venezuela -por cierto, qué gran delantero centro de toda la vida; por cierto bis, intolerable el color celeste de la camiseta (Adidas) de la Selección; ese color es glorioso para Argentina, pero un despropósito para la Roja-; decía que anoche, leyendo, encontré una palabra que nunca he pronunciado, ni menos aún escrito. Se lo dije a mi mujer: nunca en toda mi vida he dicho 'aposta'. Y es cierto. En mi familia, en mi entorno, en mi pueblo, decíamos 'adrede', o 'a propósito', pero jamás 'aposta'. Esa palabra no llegó a mis oídos hasta los 15 o 16 años, y sólo la decían los chicos de Madrid. A mí no me sale escribir 'aposta' ni haciendo intención. Hay otras palabras que se me resisten por un motivo u otro. Por ejemplo, nunca consigo acordarme espontáneamente del término... (un momento, un momento, necesito hacer un pequeño ejercicio, utilizar algún truco). Ya lo tengo: 'Logística.' Me pasa siempre que quiero hacer uso de esa palabra: se me queda lejos de la punta de la lengua, y mi mala cabeza necesita remontarse a la antigua Grecia, a los tiempos remotos en que el Mito dio paso al Logos (un salto trascendental en la Historia), y del Logos a la Lógica, y de la Lógica a la Logística. Entretanto, ha discurrido en silencio un segundo y medio; o el doble, si no tengo el día veloz. Y entre un segundo y medio... que va camino de tres, se pierde la sorpresa, el efecto de la frase, la eficacia del chiste. En ese lapso de tiempo que lleva del Mito a Logos, del Logos a la Logística, de la Logística al almacén, y de éste al punto de venta, se pierde la gracia de Grecia y el encanto de la respuesta a su debido tiempo. En ese espacio en blanco, mudo, a veces se toma la decisión equivocada; se deja de marcar un gol histórico; Ferrari entra tercero en meta; se pierde una herradura, a consecuencia de lo cual se perderá el reino. Y todo eso sucede mientras llega o no llega una pequeña palabra. Es mejor no pensar en lo que pudiera ocurrir a falta de una frase completa, un sintagma verbal, un paseo que va del puente a la alameda luciendo adverbios, adjetivos vistosos, complementos circunstanciales de tiempo y lugar que nos llevarían tan lejos...