lunes, 17 de diciembre de 2012

¿un banco en blanco?

Desde luego, es un anuncio muy notorio: una doble página en blanco, o casi, no es algo que pase desapercibido. Es la campaña con la que sueña todo creativo de publicidad. Como el libro sin palabras es el sueño de todo escritor, y más aún si está en crisis. O el cuadro en blanco (que no es lo mismo que el 'Cuadro blanco sobre fondo blanco' de Malévich) lo es para todo artista. Sin embargo, los creativos de esa campaña (o los ejecutivos de la cuenta, o alguien) no se han atrevido a ser consecuentes del todo y le han obligado al copy a romper el pacto de silencio y claudicar: "Hemos comprado este espacio para que no contenga noticias ni opiniones. Este tiempo es para ti." Lástima. Esa concesión innecesaria se ha ganado perder un león de Cannes (Festival de Publicidad). El Cliente habrá quedado muy satisfecho con la inclusión de ese pequeño texto, pero estoy seguro de que el copy, obligado a escribirlo, lo considerará una derrota, una triste renuncia a la creatividad. Lo siento, compañero, pero, cuando te las prometías tan felices... te la han vuelto a meter doblada. Aunque no me sorprende. Yo intenté hacerlo varias veces, y en distintas modalidades, pero mi esfuerzo hacia el puro blanco de escritura siempre resultó infructuoso. En alguna ocasión propuse a la agencia ahorrar tiempo y esfuerzo (o sea, dinero) en la presentación de la campaña al cliente. Una presentación sin argumentarios ni razonamientos ni estrategias creativas ni nada: la idea y punto; eso sí, precedida de apenas diez palabras: "nuestra campaña es tan irrebatible que... sobra todo lo demás." Pese a la fuerza argumental, mi sugerencia no fue admitida a trámite. En otra ocasión, y en otra agencia, propuse que, puesto que el concepto creativo era tan potente, y haciendo mío eso de que nadie lee el cuerpo de texto de los anuncios, ¿por qué no rellenar el body copy con el texto figurado de un impecable lorem ipsum? Y rematé la argumentación con una media verónica bien gitana: 'donde esté un buen lorem ipsum, que se quite cualquier vulgar opera omnia.' Pero no coló. Como tampoco cuela el vergonzante "hemos comprado este espacio", etcétera, de ING Direct. Es verdad que se han acercado, y mucho, al anuncio perfecto de un banco, a la cuña de radio o la doble página que menos molesta o enfada en estos días, pero, al final, cuando estaban a punto de conseguirlo, sintieron vértigo y... dieron un paso atrás. Claro que tampoco podemos pedirles demasiado: aunque sean holandeses y tengan por color corporativo el orange, al final son un banco. Y un banco siempre es un banco, de igual modo que en Gilda "un dólar es un dólar en cualquier idioma."

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